Me gustan los días familiares en los que cruzas el charco desde Europa para visitar a la familia que decidió vivir en el estado de Nueva York; mejor aún es que puedes llegarte a la gran ciudad relativamente rápido y destinar uno o más días para la visita; pero mejor aún es la cara de tus amigos cuando les dices que vas a visitar a la familia, y cuando te preguntan donde vive, se les cae la mirada por las ganas de viajar… a Nueva York. Y fue lo que ocurrió, nos fuimos en familia hasta la gran ciudad…
Salimos de Kingston temprano en la mañana, ya que está a dos horas de la ciudad. El trayecto se hizo rápido, porque no me dio tiempo de echar ninguna cabeceada cuando a lo lejos se veía el puente George Washington que cruza sobre el río Hudson para entrar en la isla de Manhattan ¡Nueva York!
Cruzando las calles de norte a sur, sin poder decidirnos donde ir primero, paramos frente a un bar que supuse a Oscar le haría mucha gracia: el bar de Seinfeld, y así sentirme parte de aquel sitcom de los noventa.
Más adelante llegamos hasta una hermosa catedral gótica, la Catedral de San Juan Divino, que junto con la de San Patricio conforman las dos catedrales góticas que se pueden visitar en la ciudad. A mi siempre me llaman la atención las catedrales en América, tienen un estilo particular. Presumes que si es una catedral gótica, es medieval, pero está construida a finales del XIX, no encuentras lápidas en el suelo del edificio santo y de paso ves los vestigios de la sociedad americana con alguna capilla en memoria de la guerra o por el estilo… y más raro aún que mientras estábamoss dentro del edificio, unos grupos hacían visita escolar ¿alguien recuerda una excursión escolar de este tipo que haya hecho?
Junto a la catedral hay un jardín espectacular lleno de esculturas, muchas de ellas haciendo alusión a John Lennon, casi hijo pródigo de la ciudad. Muchas de ellas son pequeños libros con extractos de las canciones, lo que nos sirvió para tararear muchas pero luego no podíamos dejar de cantar Imagine…
Aún con la nota de Lennon, nos fuimos hasta la casa de Yoko Ono, donde asesinaron al cantante unos cuantos años atrás. Unas llamas eternas se mantienen en el sitio, junto a unos guardias que no te dejan estar mucho rato en el lugar; pero la cosa es que justo en la puerta del edificio hay una parada de autobús ¿será que si digo que estoy esperando el bus me dejarán mirar tranquilamente el edificio? Fuera de esto, no le veo mucho interés al lugar; sé que muchos que lo visitan luego siguen hasta el Central Park, que está a media manzana, a los Strawberry Fields, donde hay un IMAGINE enorme en el suelo en celebración por Lennon, pero nada más.
Como ya estábamos en el parque, sabíamos que sobre alguna roca está Balto. Debo decir que en este momento me sale la vena ¿friki? en ser amante de malamutes, lobos, y en general, de perros de trineo. Resulta, que Balto fue un mestizo lobo, que a principio del siglo XX era el perro líder de un trineo que tenía por objetivo buscar medicina para llevar a los niños de un pueblecito de Alaska que sufría una epidemia de disentería. La estatua en honor a Balto y a todos los perros de trineo por su valentía se encuentra en Central Park, y mi hermana y yo, que adoramos a los perritos, no dudamos en buscarla. La encontramos sobre una roca cerca del zoológico, de bronce y con la nariz pulida de tantas fotos que se hace la gente. Nosotros no dudamos en hacer mil tomas, mientras Gerry, nuestro conocedor de la ciudad, se enteraba intrigado de la existencia de una estatua que él no conocía. Esto viene porque si te gustan los perros no dejes de visitar a Balto 😉
Más adelante hay uno de esos sitios que yo denomino “nefastos”, porque son lugares que rompen con mi economía. La tienda de cositas del Central Park, un lugar ideal para hacer regalos a todo mundo, incluida yo misma. Pero luego de un rato viendo cosas, decidimos salir de la tienda porque era posible quedarnos unas cuantas horas y aún teníamos toda la ciudad para visitar. Seguimos el paso. Como aún hacía frío invernal, junto al Pond en la esquina con la Quinta Avenida, había una pequeña pista de patinaje sobre hielo. Tenía unas ganas enormes de patinar, pero la imagen que iba a caer unas cuantas veces y el poco tiempo de visita a la ciudad fueron mi excusa para seguir con el paseo, además, quería echar un vistazo en la famosa tienda Apple que estaba muy cerquita.
Casi me vuelvo loca comprando juguetes en la tienda Lego del Rockefeller Center, donde de paso, aún estaba la famosa pista de patinaje sobre hielo. Es OBLIGATORIO destinar aunque sea medio dia a patinar si se viene en la temporada invernal. No importa que no sepas, que hagas el ridículo cayendo al suelo unas cuantas veces, pero serás por ese momento un neoyorquino más. Todo el complejo de los Rockefeller merece una mirada con detalle. Si cierras los ojos mirando los edificios, viajas en el tiempo hasta los años 30. Una de las cosas que más me gustan de Nueva York, es escarbar esos detalles de aquella época que han quedado cubiertas por una ciudad moderna. Los detalles siguen ahi. La tienda Lego, que se encuentra en una esquina frente a la pista de patinaje, tiene los detalles escultóricos Art Decó del Rockefeller Center llevados a su versión en ladrillos de plástico. Mi cacería por detalles estilo Metropolis había comenzado
Seguimos el paseo para perdernos entre edificios espectaculares. En ese momento haces lo que muchos te dicen que no hagas, salir de la estación de autobuses recien llegada a la ciudad y ver al cielo con la boca abierta lo altos que llegan a ser los rascacielos neoyorquinos, y así haces. Por toda la Quinta, Cuarta y Tercera Avenida al sur del Central Park es para ver y ver tiendas y perderte entre escaparates, especialmente si llegas la tienda del MoMA… Nueva York está llena de muchas tiendas “nefastas” para tus bolsillos, especialmente cuando vienes con euros, todo lo que encuentras más barato con el cambio de moneda en relación 1:1, si en España cuesta un euro, en Nueva York cuesta un dólar. Uno sale ganando tan contento. Eso fué lo que nos paso en la tienda del MoMA…
Paramos un rato en la “calle chunga con muchas luces” – según mi hermana – o Times Square. Aqui yo siempre me hago la misma pregunta: ¿cuanto sale la factura de la luz solo en esta cuadra? La cantidad de anuncios luminosos es descomunal, un bombardeo de publicidad tras publicidad. Yo creo que te quedas alumbrado por un buen rato, no importa cuanto cierres los ojos, verás igual los destellos de todos los anuncios. En el momento que estuvimos viendo los anuncios empezaba una protesta contra Guantánamo muy teatral: los manifestantes se vestían con el uniforme naranja de la prisión, un saco en la cabeza y luego se encadenaron en la plaza, eso mientras un autobús de turismo, lleno de turistas, fotografíaban con emoción a los protestantes. Era una estampa bastante surrealista a mi parecer.
Nuestro recorrido a pie llegó hasta la estación de tren Grand Central, donde estuve deleitándome de los detalles de principio de siglo y cómo posteriormente se plasmaron los años treinta en todo el complejo. También es el lugar donde aprovechas en buscar mapas de la ciudad para llenar aún más tu colección de mapas del mundo. Cada uno con sus adicciones. Luego de comer (si alguien pregunta, yo no diré que fue en un Starbuck’s), cogimos el coche y decidimos bajar por los principales barrios hasta el distrito financiero, al sur de Manhattan.
Traté de hacer una foto decente del Empire State desde abajo, pero creo que era mucho pedir, tanto para mi como para mi humilde lente. Aquel edificio es demasiado alto. Super interesante son las tiendas en los bajos en los que se respeta el estilo Art Decó del edificio; los rótulos de las tiendas están en tipografía de principio de siglo, incluído un Starbuck’s. Me encanta.
Mas adelante se encuentra el edificio de Macy’s, que presume de ser la tienda por departamento más grande del mundo; pero también presume de nunca haber obtenido toda la manzana para la construcción del edificio. Una pequeña esquina que nunca pudieron obtener, porque cuando estaban construyendo el complejo comercial, el edificio de la esquina se negó a vender ¡ole sus huevos! Así que queda muy mona esa esquina pequeñita que parece que se la comiera el enorme edificio de Macy’s.
Atravesamos el Barrio Chino, en donde TODO está bilingüe y donde te das cuenta que las tiendas de souvenirs están no a mitad, sino a la cuarta parte del precio que las tiendas cercanas a la Quinta Avenida donde conviven con las de grandes marcas… Y de Asia pasas a Europa con solo cruzar la calle hacia La Pequeña Italia donde dominan los restaurantes italianos y los lugares para aparcar en antiguos solares. Estos último son unas grandes estructuras con ascensores que tienen capacidad de guardar tres o cuatro coches en altura, eso sí, son bastante caros para mi gusto, mejor es venir en transporte público a la ciudad y no pagar una media de 15 dólares por una hora de parking…
Llegamos al distrito financiero, a la zona 0, donde puedes encontrar una hermosa estampa de edificios de diversas épocas. En una esquina, tienes el World Trade Center, en la otra una capilla del XVII y en la otra un hermoso edificio federal de los años 30. De nuevo una oportunidad de pasear entre edificios y perderse en los detalles de cada uno. En esta zona de la ciudad se encuentran muchos edificios que vienen de los primeros años post revolucionarios, un deleite para el que busca rutas históricas. Yo como soy una me apunté en la agenda una visita exclusiva para esta zona con muchísimo más detalle para la próxima.
Nuestro paseo termina en el punto más al sur de la isla, donde encontramos un curioso personaje que esperaba que le abrieran la puerta. Era una hermosa pava. El vigilante de la puerta del parking nos explicó que el animal venía día tras día desde hacía al menos siete años, el tiempo que tiene él como vigilante, a esperar que alguien le abriese la puerta, y que hasta el sol de hoy nadie le había abierto. Eso sí, nos aseguró también que el día de Acción de Gracias nunca se aparece…
Fino tu artículo Sam, acrecienta los deseos de conocer la gran manzana, las fotos como siempre buenísimas.
🙂
Hay que repetir 🙂
¡pronto!
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