Salimos de Leganés, al sur de Madrid con destino Sevilla, después de no encontrar un transformador de corriente para utilizar la MacBook durante el trayecto y, con la intención de seguir ahorrando batería, evitamos trabajar con el portátil dentro el carro. En mi opinión, si viajas mucho por carretera, el transformador es un artilugio que debería estar en el inventario, especialmente si la batería del computador no dura mucho y se apaga justo cuando no habías salvado los toques técnicos de esa foto espectacular en photoshop.
Pero dejemos de lado la tecnología. Emprendimos la marcha por la carretera A4 hasta el final, finalisimo -antes de dicha carretera que se convirtiera en una vil AP-4 con peajes-, para llegar a ¡Sevilla!. Salimos de Madrid con un espíritu muy optimista, con fe en que nuestro hospedaje estuviese resuelto antes que llegáramos, si no, ya quedaría algún hostal o pensión dispuesto a recibir a una pareja de nómadas que dejan para última hora el arreglar el tema del hospedaje, al mejor estilo griego.
Para dejar de pensar en el techo bajo el que dormiríamos, y como eran ya las 2:00pm, es decir, pasado el mediodía ibérico, debíamos apurarnos en encontrar algún sitio para comer antes de que se empezara el acostumbrado toque de queda en las cocinas de los vastos pueblos españoles que se decreta diariamente desde las 4:00 hasta las 7:00 u 8:00 de la tarde. Si no has comido antes de las 4:00, tienes un hambre atroz, y llegaste a las 4:30 mi consejo es que busques el Mcdonalds más cercano porque te quedarás con las ganas de haberte comido un menú mediterráneo. Las cocinas cierran.
Pero en fin, viendo los pueblecitos que nos encontramos en el mapa de la ruta al sur, hubo uno que nos llamó muchísimo la atención: Llanos del Caudillo, todo lo tiene el nombre. A Oscar le entró la vena de hacer experimentos sociológicos y conocer el grado de hospitalidad de los propios con los extraños en un pueblo con nombre tan representativo, y saber que tan extremista podría llegar a ser un pueblo en España con ese nombre, yo frente a esos ánimos no dije que no. Lo cierto es que llegamos a un pueblo casi desértico donde se vislumbraban dos bares. Escogimos uno con una ilusión enorme (y con ganas claro), de probar; pero sólo el hecho de llegar fue incómodo: todas las miradas se dirigían a nosotros; los perfectos forasteros, los que aparentemente no tienen nada que hacer en el bar de ellos. Un poco nerviosos, entre cuchicheos, intentamos decidir si quedarnos o no, las miradas no nos iban a intimidar, pero el solo hecho de ver y oler la estela de humo de tabaco dentro del bar, hizo que Oscar cambiara de opinión sobre permanecer en aquel lugar, así que nos fuimos al segundo. En éste no nos nos recibieron miradas penetrantes, pero si nos echó del lugar el mismo motivo que nos espantó del bar anterior. Ya con pocas ganas de seguir explorando otros bares en el pueblo decidimos coger rumbo para otro lado. A fin de cuentas, el pueblito no era muy acogedor…
Muchísimo más adelante está Manzanares, que, aunque también algo desértico por la hora, no tenía un ambiente hostil. Luego de recorrer el pueblo escogimos para comer a un bar que se veía super bien, o por lo menos estaba recién reformado, el Bar Barbacoa Viri Viri Viri Viri Viri (en la Calle Matadero 14). A los dos nos entusiasmó el Salmorejo de primero que estaba super rico, -aunque se pasaba de salado al ponerle el jamón picado-. De segundo, un lomo de ternera para mi y uno de cerdo para Oscar, que también estaban super ricos si dejas de lado la emoción del chef en ponerle sal sobre sal a la comida… comida perfecta para la “dieta sube tensión” recomendada por cierto amigo canario cuando me empecino en tomar regaliz para estabilizar la mía.
Después de la comida, preparé mi almohada de viaje para disponerme a dormir una reparadora siesta (mi admiración eterna hacia Oscar por su capacidad para no sucumbir a una larga siesta o al menos eso lo hace la dosis de cafeína que yo no tomo), pero final no la usé porque sonó el teléfono con buenas noticias: ¡Teníamos lugar donde dormir! el único detalle fue que no era precisamente el que nos habían ofertado a través de airbnb.com porque la casera había dejado el piso una semana antes. Señores usuarios de airbnb.com, si tienen la habitación ocupada ponerlo en el calendario que trae el sistema de reservas, y si no tienen más el piso, pues dar de baja el anuncio, así de fácil. Pero bueno, lo cierto es que teníamos alojamiento y llegaríamos directos al centro de Sevilla para dormir 🙂
Alcanzamos los 400 kilómetros de viaje y se ocultaba el sol, lo que significaba que nuestra parada en Córdoba quedaría para otra ocasión. Yo me con quedé el paisaje de la ciudad que se ve desde la autovía y con cada uno de los cartelitos de ciudad patrimonio que te encuentras cuando la bordeas y que tratan de persuardirte para que entres. Pero ellos no cuentan con un Oscar super fresco que está dispuesto a seguir conduciendo y dejar la visita para el regreso.
Pero la frescura al volante no duró mucho, así que nos paramos en lo que creo recordar era Aldea Quintana durante unos cinco minutos para estirar las piernas. La cara de forasteros que debemos tener es enorme porque no lográbamos quitarnos las miradas encima; eso, o que las miradas iban a mi pantalón casi por la cadera abierto que había dejado luego de desabotonarle después de la comida.
Ya en la recta final, había que hacer una entrada triunfal. Al fondo sonaba un disco de Manic Street Preachers, y como no teníamos ninguno de Miguel Bosé optamos por cantar a todo gañote y con una entonación para dar mucha envidia, el tema Sevilla o.0. Eso era para darnos ánimos antes de encontrar nuestra calle en medio de una Sevilla mojada por una lluvia de esas tontas estilo inglés, aparcar al “estilo sur” como nos comentó nuestro recién casero, y rogando porque aquel letrero que rezaba “prohibído-incendio” no significara una multa, por más que nuestro mismo recién casero nos asegure que no pasa nada.
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¡Geniales las fotografías a través del espejo retrovisor!!
buenísimas las fotos, 20 puntos para Sam, tengo referencias de Córdoba, por sus jardines, espero fotos
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