Recorro Sevilla y recuerdo cuando hace 21 años, al otro lado del atlántico, todos hablabamos de la más importante feria internacional del momento. Era la Expo Sevilla 92. En América los más jóvenes soñábamos con verla, pero las distancias eran demasiado grandes.
Le comentaba a Sam que quería visitar lo que fue la Expo y, mirando los mapas que tenemos de la ciudad, me encuentro con que hay dos zonas de Sevilla que son lo que han quedado de las ferias. La del 92 y la del 29. Con emoción nos fuimos a la zona del 92. Gracias a que precisamente el puente que atraviesa el río Guadalquivir, y conduce a la zona ferial, nos quedaba al frente de nuestro alojamiento en la calle Torneo, al cruzar la avenida está la Pasarela de la Cartuja.
Un moderno y hermoso puente blanco nos condujo a un área de varias construcciones con 4 chimeneas de ladrillos amarillentos: La Cartuja, la entrada está muy cerca del puente. Es una vieja fábrica de cerámica convertida en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo.
Resulta que La Cartuja no es más que la cáscara de un edificio industrial que previamente fué un monasterio y que conserva la estructura de esa primera época. Bonitos jardines, pero nada relevante. Me atrevo a decir que un poco decepcionante. Avanzamos siguiendo el mapa hacia la zona de la expo, que queda justo al otro lado.
Nos encontramos con un área más bien con aspecto industrial que parecía estar abandonada, pero no un abandono reciente, sino de más de 10 años. Nuestro mapa nos indicaba la existencia de algunos pabellones y decidimos ir a visitarlos.
Según leímos en la entrada, el área se convirtió en un Parque Científico. Las calles están bordeadas por una ciclovía verde y cada cartel de señalización, monolitos de unos 2 metros y medio, azul y gris gastados por el sol repartidos en cada esquina, aparte de cumplir su función de indicar el nombre de la calle en la que uno se encuentra, sirve de tablón de anuncios, desde conciertos y fiestas de años pasados hasta cursos de fotografía. Mucho desorden, terrenos como aparcamientos y edificios sin ningún valor estético.
Decidimos visitar primero la Esfera Bioclimática. Una vieja estructura hecha con tubos azules y vidrio en forma esférica que no ha recibido una mano de pintura desde el 1992, sobre una fuente que se extiende a lo largo de una Avenida tipo rambla con techos de malla metálica en los que debería haber plantas enredadas en forma de techo. Todo aparentemente decorativo pues no parece tener ninguna función “Bioclimática”.
Caminamos a lo largo de esta avenida, hasta encontrarnos con una especie de iglesia de Madera, con tres altas torres de techos grises y una entrada similar a ojos de búho, Las puertas de cristal, dejaban leer bajo el polvo «Pabellón de las energías vivas», más tarde nos enteramos que fue el pabellón de Hungría. Trozos del techo dormían en el suelo entre naranjales ornamentales que decoran todo el recinto. Más que energías vivas, allí se puede avivar una alergia.. Polvo, telarañas y abandono. Lo más paradójico es que en el año 2007 fue declarado Bien de Interés Cultural.
Para evitar que me invadiera la tristeza del lugar abandonado, comencé a jugar con la punta del paraguas, pinchando las naranjas amargas que encontrábamos esparcidas por el suelo algunas pudriendose, las lanzaba a lo largo de las calles mientras Sam Protestaba
El siguiente punto fue el pabellón de la unión europea. En el centro una gran estructura de opacos colores con todas las banderas y grandes conos blancos alrededor. Una estructura discreta que según pude investigar después, se va a convertir en la sede de Cartuja 93, la sociedad gestora del Parque Científico y Tecnológico, además de utilizarse como lugar de conferencias y exposiciones para las empresas que forman parte del Parque
Según nuestro mapa, muy cerca de allí estaba el pabellón de México, En el camino nos encontramos con un hermoso edificio de cristal, pequeño, pero con un gran techo que cubre casi todo el terreno que resultó ser el pabellón de Francia. El tiempo comienza a pasarle factura, pero sigue siendo una propuesta futurista. Lo ocupa una empresa aeronautica francesa.
Una larga pared elevada en hormigón simulando piedra nos anunciaba que finalmente llegábamos al edificio de Mexico. Su forma de X y su construcción aérea, lo hacen ver impresionante, uno de sus extremos pasa sobre una calle y termina en una especie de plazoleta muy colorida, con algunas baldosas fuera de su sitio. Resaltan 2 escaleras mecánicas abandonadas con sus barandas de goma petrificadas por el sol y una gran réplica de cabeza maya de piedra.
Una nube se posaba sobre nosotros, con amenaza de lluvia inminente. El paraguas dejaría de ser un juguete para ensartar naranjas. Antes de seguir nos asomamos al interior del edificio mexicano, lo ocupa la empresa de energía eléctrica española Endesa. Inexplicable el abandono alrededor.
Apurando el paso por la amenaza de lluvia, vimos un edificio circular, que parece ser de viviendas, blanco, con el mismo aspecto de abandono que tiene todo el lugar, era el pabellón portugués, famoso por tener una arquitectura digna de aparecer en los mapas turísticos.
La lluvia llegó inclemente, con tanto viento que se convirtió en horizontal, nos obligó a refugiarnos en un edificio de oficinas nuevo durante media hora. Pasada la ráfaga de viento, caminamos hasta un mejor refugio bajo los restos de lo que fue una estación de monoriel, con sus escaleras mecánicas abiertas al cielo como bocas desdentadas. Estabamos justo en frente del pabellon de Marruecos y junto a nosotros un Mercedes Benz abandonado cubierto de polvo.
Al pasar la lluvia exploramos el edificio. Cerrado, con señas de reciente abandono, es una hermosa construcción de mármol verde, vidrio y piedra. Una pancarta gastada de “Fundacion 3 Culturas lo decora”.El final de la visita fue para el auditorio municipal Rocío Jurado: monte, escaleras bloqueadas, óxido y desidia al rededor de un edificio monumental, que aparentemente se usa en medio de ese caos.
Más adelante, casi en la salida, un Jardín Xerófilo al que ya no quise detallar tanto. Se rompió la ilusión de aquel niño que quería conocer la Expo Sevilla 92 y que 21 años después pudo llegar para conocer el futuro que en esa época los organizadores habían prometido. Todo era una ilusión.
Tristemente la Expo Sevilla 92 ha marcado el primer artículo de este blog que no es positivo, pero cuando llegamos a un sitio, tenemos que contar lo que encontramos. Sé que Sevilla tiene mucho más para dar y para mostrar. La desidia no es exclusiva de los países en desarrollo. Este es un ejemplo de lo que no se debe hacer. Por fortuna, 92 años antes se escribió otra historia. La de Expo 29. Ya les contaré sobre ello.
tremendo viaje, a pesar del abandono, me gusta ya queremos ir. Bendiciones
estoy repasando los recorridos, y comparo con expo 29, claro que hay diferencias, pero si tiene su encanto y mérito
cada una, también en ésta del 92 perdura lo bien construído,. Pero sin más dudas expo 29 es fantástica. Me encantó.
No hay duda que las dos tienen su encanto, para mi a su modo ¡aunque yo me quedo con la del 29!
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