Nuestras ganas de carretera superaban las miles de advertencias de nuestros amigos y familiares de no recorrer los caminos del interior de Venezuela. No dudamos en salir a levantar el polvo del camino apenas tuvimos una oportunidad. Tal vez sea una manía o tick nervioso que padecemos, pero no concebimos conocer un país sin recorrer unos cuantos kilómetros y ver pueblo tras pueblo, haciendo registro fotográfico de todo lo que se pueda. Venezuela es un país difícil de fotografiar, no por la cámara o por el objeto, sino por el valor que tengas de sacar los equipos y rogar que no te los roben mientras intentas hacer tu mejor encuadre; nosotros aprovechamos de sacar fotos desde el coche, en movimiento, y capturando la esencia de las carreteras por donde pasábamos.
A pesar de que nuestro repertorio fotográfico no es lo extenso ni representativo de todo lo que vimos en nuestra estancia, se nos abrió el apetito para seguir haciendo series fotográficas con el punto de vista del retrovisor, algo que veníamos haciendo antes en menor medida.
En la autopista hacia Los Valles del Tuy, nos llamó la atención la cantidad de motos en la vía, los anárquicos motociclistas (o motorizados como se les conoce en Venezuela) y su falta de conocimiento, o ganas de saltarse las reglas elementales de las leyes de tránsito. Éste por ejemplo, en su moto, iba de los más feliz por el arcén. Cosas que se ven en el camino a Yare para ver los diablos danzantes.
Las motos no son las únicas que van a su ritmo. Los autobuses que sobrepasan los límites normales de velocidad en cualquier otro país (80 Km/h) abundan por la carretera. La autopista hacia los Valles del Tuy, por ejemplo, es un escenario para todos los desquiciados de la velocidad, y por eso los autobuses van a 120 Km/h o más…
Estar a escasos minutos de Puerto Cabello significa estar cerca la refinería de El Palito, lo que significa parar obligatoriamente en el pueblo de Taborda y comer empanadas y arepitas dulces y saciar la sed con un buen coco frio. La carretera que atraviesa el pueblo esta lleno de cientos de puestos de fritangas donde casi todos venden lo mismo, mal asunto para los que están a dieta.
Ir entre un paisaje idílico caribeño entre palmeras es posible en la carretera de Morón a Tucacas, especialmente porque pasa justo al lado de la costa, y es el momento perfecto para hacer una foto a algun amigo que esté sediento por una playa – estampa – llena de cocoteros
Una de los puntos más a favor de salir de Caracas es que si tienes un coche convertible, puedes darte el lujo de plegar el techo al final de la tarde mientras esperas la vista al mar que te indica que llegas a Cumarebo. Eso si, los niños (y los niños adultos) no dejarán de señalarte al pasar y te sentirás muy observado…
Las carreteras de la Península de Paraguaná te dan la sensación de que estas atravesando un desierto (aunque literalmente para llegar a la península pasas uno…) y la vista de la vegetación xerófila junto a una carretera semi vacía es espectacular.
El Cerro de Santa Ana es la única montaña en la Península de Paraguaná, hasta que no estas justo a los pies de la montaña, juras que está alejada a muchos kilómetros. El efecto de la humedad y la “calima” la hacen espectacular para una foto de carretera
Este es el momento en que deben creerme ciegamente cuando digo que atravesamos varias veces los Valles de Aragua por la Autopista Regional del Centro, siempre hacia al final de la tarde. Toda la zona industrial primero, y agraria después, es una recta de propaganda política en favor del régimen bolivariano. Entre varias veces veces que pasamos, no logré ver el progreso y punto positivo a las expropiaciones de casi toda esta zona, aún no veo (tal vez sea ciega) el resultado positivo de toda esta movida en Aragua, una zona que parece estar abandonada.
Una estampa muy típica en las carreteras de Venezuela son los atascos de tráfico. A nosotros nos pilló uno grande en Guatire de camino a la autopista hacia Puerto La Cruz. Dos horas, que recuerde, nos retrasó. También los atascos entre camiones inmensos te sirven para dos cosas: sentirte como una cucaracha entre elefantes – si estas en un coche tan bajito como el que llevábamos – y la razón por la que en Venezuela la gente lleva rústicos por la baja calidad de las carreteras.
La Península de Macanao es el lugar perfecto si quieres escapar de la gente en la isla de Margarita. Es un lugar semidesértico con playas espectaculares que parecen solo estar dedicadas a quién se atreve a llegar allí por su propio medio. Para llegar y estar en este lado de la isla es bueno haber hecho la compra primero o haber puesto gasolina, o de lo contrario te quedarás varado en medio de la carretera sin nada que comer…
Con las montañas de la Isla de Margarita pasa como con el Cerro Santa Ana en Paraguaná, parecen que estuvieran muy lejos, el salitre de la cercanía a la isla y la humedad te dan ese efecto cuando realmente estás a muy pocos kilometros de distancia.
Nos hospedamos en la casa de unos amigos en medio de la Península de Macanao, cerca del Parque Nacional de la Laguna de la Restinga. Había que atravesar una carretera de tierra y una vegetación de desierto, pero lo mejor eran los dos guardianes que nos cuidaban de noche al dormir. Cuando nos fuimos, nos fueron a despedir hasta la carretera. Los perros son increibles, agradecidos y fieles, definitivamente.
Y con la mirada perdida de adios de nuestra Zorrita de Macanao y la cola del escondido Negrito, se termina esta breve mirada de Venezuela desde el retrovisor.
EL Mapa del recorrido hecho para la elaboración de este artículo pueden verlo en Tripline
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